1, 2 y 25 de marzo de 1858: tres secretos, un mensaje y la Señora revela su nombre

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1 de marzo: primer milagro y duodécima aparición

El lunes 1 de marzo, cuando aún es de noche, llega a la gruta Catherine Latapie, que llega andando desde el cercano pueblo de Loubajac. Ella sumerge su brazo paralizado en el agua del manantial, ¡y recupera toda su movilidad al instante! Se va a toda prisa, ese mismo día dará a luz a su cuarto hijo, un niño que se convertirá en sacerdote. La curación de Catherine Latapie es el primer milagro de Lourdes. En el camino, se cruza con una niña con un capuchón en la cabeza, Bernardita, que viene para su duodécimo encuentro con Aqueró (en dialecto de Lourdes significa eso), como la llama Bernardita. Durante esta duodécima aparición, la «Señorita» le confió tres secretos con esta recomendación: «Le prohíbo que diga esto a nadie».

2 de marzo: «Vaya a decir a los sacerdotes…»

El martes 2 de marzo, la Aparición hace una última petición: «Vaya a decir a los sacerdotes que se venga en procesión y que se construya una capilla».
Para los creyentes, una capilla es una casa para Dios. El lugar para celebrar la misa. El deseo ha sido realizado. Hoy en día, se ofrecen misas diarias en varios idiomas en diferentes lugares del Santuario.

25 de marzo: la Aparición revela su nombre 

El 25 de marzo de 1858, en la fiesta de la Anunciación, durante la decimosexta aparición, Bernardita pregunta por tres veces a la Señora su nombre: «Señorita, ¿tiene la bondad de decirme quién es?».
La Señora abre los brazos y los trae hacia ella, juntando las manos a la altura del pecho y mirando al cielo, pronuncia con infinita dulzura estas palabras: «Que soy era Inmaculada Councepciou» (Yo soy la Inmaculada Concepción).
Bernardita no entiende el significado de esas palabras. Tuvo que repetirlas para sí misma durante todo el camino hasta la casa del Sr. Cura, donde se las lanzó al párroco, el P. Peyramale. Abrumado por la emoción, la envía a casa de inmediato. Ahora está seguro de la identidad de la Señora. De hecho, el dogma de la Inmaculada Concepción fue promulgado en 1854. Dice que, a diferencia de todos nosotros, María fue concebida sin pecado, y nunca pecó. ¡La Aparición es la Virgen María!

En medio de la Cuaresma, Bernardita nos ha traído la llamada del Cielo, transmitida por María, para cambiar nuestros corazones, sin ninguna amenaza, con extrema dulzura, pero con grandes exigencias. Una verdadera conversión, para encontrar el camino hacia la única felicidad verdadera.
Vayamos todas las veces que podamos a beber en la fuente, a encender una vela y a rezar frente a la roca de Massabielle, donde estas dos jóvenes nos mostraron el camino hacia Dios.